sábado, 16 de agosto de 2014

Días y días.

Días rápidos, 
días lentos, 
días esperados, 
días evitados. 

Tumbada en la playa bajo un manto de estrellas y luna llena y tú te sientes tan pequeña, diminuta, frágil. El mar parece infinito si lo miras desde la orilla, como si nada ni nadie pudiera ponerle un límite, una frontera mas allá de la cual no pudiera llegar. Envidio a las olas que sacuden el mar día y noche sin parar, no se cansan, nunca dejan de mover todo lo que llevan, son fuertes y capaces de arrasarlo todo sin apenas esfuerzo. 

A las personas nos haría falta hacer como ellas, aprender un poco a ser más dinámicos y espontáneos, menos "planeados". No necesitar tener una bandera roja para saber que algo va mal y una bandera verde que indica que estás bien. Nada de banderas ni de falsas emociones. Aquí hay que vivir de la mejor manera posible. Saber qué hacer en cada momento es para aburridos, necesitamos correr riesgos, hacer posible lo que queremos que ocurra sin preocuparnos del qué dirán. ¡Más alegría y desparpajo es lo que nos hace falta! 
C.

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