lunes, 18 de agosto de 2014

Y cuando hablas de "preguntarse" viene el diccionario y te dice que mejor lo trates como reflexivo.

No hay nada peor que desvalorizarse a uno mismo. Creer que todo tú eres el resultado de la suma de personalidades de otras personas. Luego estás solo y llega el momento de preguntarse ¿Quién soy realmente? Desde mi punto de vista me parece muy humillante esa sensación, ese acto de intentar responderse a uno mismo no te da la respuesta que buscas, más bien te calma saber que no eres como los demás porque te dices lo que quieres oír (como todos supongo). 

Después de estos días me he dado cuenta que no soy yo la responsable que tiene la tarea de contestarme a quién soy. De hecho, estoy segura que esa es el tipo de pregunta que se tienen que hacer los que te conocen (o dicen conocerte para saber si es así). No soy yo la que debe reflexionar una respuesta lógica y correcta. Quizá la gente piense que, lo que crean, opinen o hablen sobre ti terceras personas debe importarte más bien poco, no digo que no tengan razón, pero eh, no estoy hablando de ese tema. 

El ser humano por naturaleza, por necesidad está "obligado" a sociabilizarse. Por ello, si relacionarse es tan importante para crecer (o al menos parar sobrevivir) lo más razonable es que sean esas personas que te rodean (y te conocen) las que puedan levantar la cabeza, y sin necesidad de pararse a pensar una buena respuesta que encaje en lo que quieras escuchar, digan a viva voz quién eres y no quién quieren que seas.
C.

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